Por María José Torres, coordinadora residente del Sistema de las Naciones Unidas en Chile y miembro del Comité Ejecutivo de Pacto Global Chile
Hace pocos días conmemoramos los 25 años del Pacto Global, y en octubre celebraremos los 80 años de las Naciones Unidas. Estos hitos coinciden con un momento decisivo: la preparación para la COP30, que se celebrará en noviembre en Brasil. Esta cumbre será un punto de inflexión en la acción climática global, donde los Estados deberán mostrar avances concretos hacia los compromisos del Acuerdo de París.
Para las empresas del Pacto Global, COP30 no es solo un encuentro diplomático: es una oportunidad estratégica para demostrar liderazgo, innovación y capacidad de acción frente a la crisis climática. La experiencia de los últimos años confirma que, cuando el sector privado actúa con visión de largo plazo, se convierte en un actor determinante para acelerar la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Chile, uno de los países más vulnerables ante la triple crisis climática —sequías prolongadas, incendios cada vez más intensos y pérdida de biodiversidad—, necesita con urgencia inversiones resilientes y sostenibles. Cada vez más compañías se comprometen a reducir emisiones, aplicar criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) e impulsar la economía circular. Sin embargo, aún persisten brechas en medición, reporte y financiamiento climático. Superarlas exige colaboración público-privada, acceso a tecnologías limpias y capacitación de trabajadoras y trabajadores.
En este marco, ONU Chile y Pacto Global hemos reforzado el trabajo conjunto con el Estado y las empresas incluyendo la conversación estratégica sobre la actualización de las Contribuciones Nacionalmente Determinadas, con mayor ambición y coherencia con el Acuerdo de París. Como recordó el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres: “Necesitamos que los líderes empresariales se conviertan en campeones de la acción climática, transformando sus industrias y presionando a los gobiernos para que actúen con urgencia”.
Camino a la COP30, este llamado es más vigente que nunca. Las empresas adheridas al Pacto Global tienen la posibilidad de posicionarse como referentes regionales, mostrar resultados verificables y contribuir a que Chile avance hacia una economía baja en carbono, inclusiva y sostenible. Ese será el legado más poderoso que podremos presentar ante el mundo en Brasil y, sobre todo, ante las generaciones futuras.